miércoles, 10 de octubre de 2007

LIBROS - Mira si yo te querré, de Luis Leante: La estética del marketing

A la sombra de acontecimientos recientes, la obtención de un premio literario prestigioso se ha vuelto de un valor relativo: sucedió con Plata quemada y con Bolivia construcciones, éxitos que enseguida se vieron revueltos entre dudas y escándalo. Las preguntas, entonces, se repiten: ¿cuál es el valor real de estos premios? ¿O cuál el criterio que utilizan sus jurados para decidir qué premiar? La novela Mira si yo te querré, del español Luis Leante, llega precedida por la fanfarria triunfal del premio Alfaguara de novela 2007, y tal vez a partir de su lectura pueda arriesgarse alguna respuesta.
Una sucesión de tragedias personales han empujado a la doctora Montse Cambra a pasar el Año Nuevo de guardia en el hospital. Esa noche, entre las pertenencias de una joven paciente de origen saharaui, encuentra una foto de Santiago San Román, un chico que treinta años antes fuera su primer amor, a quien creía muerto desde entonces en la colonia española del Sahara. Empujada por sus frustraciones y esperanzas, Montse viaja a África: la búsqueda de Santiago le impondrá el desafío de una cultura extraña, que resultará un filtro oportuno para intentar otra lectura del pasado. Mira si yo te querré es una historia de amor con conflicto político de fondo, en donde la distancia se vuelve un alivio para el fracaso, y el tiempo (al fin, otra forma de distancia) un consuelo que la casualidad se empecina en obviar.
Luis Leante, que ha confesado la influencia del cine sobre su obra, da a la novela un ritmo cinematográfico y una estructura similar a las llamadas películas corales, consiguiendo que la narración se parezca más a cine contado que a una obra literaria. Esto, más el uso de un relato no lineal y saltos temporales que intentan generar un suspenso que no es propio de la historia, evidencian lo artificial de tales recursos.
Cerca del best seller como género, y hasta de la telenovela, Mira si yo te querré se pone del lado de quienes piensan que los grandes premios literarios suelen tener mayor estima por aquellas obras que presumen masividad y prometen eventualmente multiplicar la inversión inicial -el Alfaguara de novela representa más de ciento treinta mil euros para el ganador-, que por lo literario. Lo cual no significa que literatura y negocio no puedan convivir con amabilidad. No es este el caso.
(Publicado originalmente en el suplemento Cultura, del diario Perfil)

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