lunes, 1 de septiembre de 2008

CINE - Horton y el mundo de los Quien (Horton hears a who!): Una vuelta por los cuentos de la abuela


La máquina publicitaria de los grandes estudios ha aprendido a moverse de manera tan eficiente y anticipada que todos en Buenos Aires ya conocen a Horton, el elefante de los afiches, aunque la película recién se ha estrenado. Igual nunca falta el padre despistado que a pesar de la evidencia lo confunda con Manny el mamut, tal vez porque el aviso insiste con aquello de “de los creadores de La era de hielo”. Y que más quisieran los citados creadores que repetir el fabuloso éxito de su obra magna que casualmente, justo antes de comenzar Horton y el mundo de los Quien, promete un tercer movimiento para el verano de 2009. Pero, a pesar de la tentación, han tenido la virtud enorme de no incurrir en los formulismos obvios con los que tan fácilmente se arreglan muchos de los productos que pueblan el tupido género de la animación digital.
Una diminuta partícula se desprende de la flor en la que se encontraba adherida, y llevada por la brisa se atraviesa en el camino de Horton, quien creerá oír una vocecita que pide ayuda desde allí. El buen Horton, que no hace otra cosa que tener amigos por la selva, intentará hacer contacto con las personas que él cree viven allí y al fin tendrá éxito; ahí dentro se encuentra Villa Quien, hogar de los Quien, una comunidad muy aferrada a sus tradiciones en la que comienzan a sucederse cataclismos breves y evidentes, pero que sólo al Alcalde parecen llamar la atención. Horton y el Alcalde mantendrán una comunicación aislada, ya que nadie en sus respectivos mundos está dispuesto a creer en absurdos microcosmos o en elefantes gigantescos más allá del cielo. Así, el mundo de los Quien queda en manos de Horton, que deberá encontrar un lugar seguro donde dejar la partícula para que la vida siga abriéndose paso. Claro que no renunciar a lo que cree le granjeará los enemigos más temibles de la jungla: una cangura con ínfulas de reina tirana y un buitre tan temible como torpe. Al final, igual que en el 2001, los Quien deberán recurrir a las cacerolas para evitar la extinción.
Como en los mejores exponentes del género, el fuerte de Horton es el sólido imaginario que propone, y en eso tiene mucho que ver la mano del Dr. Seuss, a quien muchos conocerán porque dos de sus cuentos llegaron al cine hace unos años: El gato, interpretada por Mike Myers, y El Grinch, con Jim Carrey (aquí la voz original de Horton), cuya historia tiene lugar en esta misma Villa Quien. Casi un desconocido fuera de los Estados Unidos, los cuentos del Dr. Seuss son parte del colectivo infantil de ese país. Allá sus invenciones alcanzan casi la misma dimensión que las obras de Andersen o los hermanos Grimm, clásicos de clásicos con quienes comparte cierta inclinación por el subrayado moral. Es así como la perversa Cangura, que primero decreta con tono positivista que aquello que no se puede ver, sentir o tocar no existe, comprobará que nunca es tarde para reconocer un error.
Más allá de moralejas, Horton… acierta en utilizar un amplio abanico de recursos, que van del homenaje al animé, con personajes lisérgicos y un par de secuencias de clásica estética oriental, hasta un número que parodia en melodías y córeos al estereotipo mediocre de los musicales de Disney Channel.

(Artículo publicado originalmente en la sección Cultura y Espectáculos de Página12)

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