lunes, 8 de junio de 2009

ENTREVISTA - Miguel Mato, director de Haroldo Conti, Homo viator: Entre la literatura y la vida: la vida.

Muchos escritores coinciden en ver su propio trabajo como una compulsión, en la que algunos reconocen una imposibilidad total para hacer cualquier otra cosa en el mundo. Poco antes de su desaparición, apenas comenzado el último y más tremendo de los gobiernos militares que asolaron a la Argentina, Haroldo Conti decía “No puedo escribir cuando me están matando amigos todos los días”. Y era cierto: muchos de sus amigos y compañeros de militancia murieron o desaparecieron antes que él; sin embargo, a pesar del dolor y el miedo, de no poder seguir ya más, a pesar de todo, nunca dejó de escribir. Porque Haroldo Conti era escritor y no podía hacer otra cosa. Dentro del marco del proyecto Vidas Argentinas que produce el Centro Cultural Caras y Caretas, se ha estrenado en Buenos Aires el film Haroldo Conti: Homo viator. Como otros títulos de esta serie (Ramón Carrillo, el médico del pueblo, Familia Lugones y Norma Arrostito: la Gaby), Homo viator combina la recreación dramática con elementos propios del documental, para rescatar una figura notable e injustamente relegada de la cultura nacional. Homo viator quiere ser oda y elegía para aquel hombre que no pudo dejar de escribir.
Es la memoria, entonces, el primer motor de la película, que puede extenderse al conjunto completo de Vidas Argentinas. Así lo ve también Miguel Mato, director de Homo Viator. “Uno siempre debe recuperar para la memoria colectiva a los hombres que bregaron por la transformación de la sociedad”. Sin embargo no es posible la memoria sin libertad: “Conti imaginó un mundo de igualdad de derechos, haciendo casi un culto de la libertad. Él decía que a veces había que sacrificar la de uno y la de los demás para lograr un bien social mayor”. La fe de quien sabía que escribir resultaba para él más una necesidad primaria que un legado consciente. “Escribo libros como vida que vivo, no como monumento literario que dejo”; Homo viator cita a Conti una y otra vez. En ese sentido, Mato cree que su película honra al escritor en todas sus facetas: "Homo viator retrata a un hombre que en su prosa y en su vida partía de los elementos mas sencillos para encontrar la libertad, la propia y la de sus personajes -que fueron reflejo de la realidad circundante-, y creo que la película refleja y respeta esa convicción”.
Para un hombre como Haroldo Conti, el choque entre sus ideales y las circunstancias históricas que le tocaron vivir, necesariamente generó la certera noción del arte como “eterna conspiración”. Miguel Mato concuerda en que “el arte como búsqueda y forma de expresar ideas y sentimientos es en si mismo una forma de ruptura. El arte como entretenimiento adormece. Según la definición de la Real Academia el arte es la manifestación humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada, que interpreta lo real o imaginado a través de diferentes recursos. Exponer ante los demás lo que uno ve, cuando esto suele ser lo que se trata de ocultar, genera revulsión y eso convierte al arte en conspirativo”.
Una de las ideas más notables y estremecedoras que aporta el documental, es la capacidad de Conti para ver su propia vida como un borrador inconcluso. Una visión que no sólo admite tachaduras y enmiendas, sino que preanuncia la inconclusión de quien será arrebatado del mundo. “Homo viator es una película que busca un hombre sin afirmar nada, simplemente transitándolo. Tratando de darle, con sus propias palabras, la palabra a Conti. Así nomás, como un borrador que fue escrito y vuelto a escribir muchas veces”, afirma Mato.
“Es difícil saber que querrá un hombre cuando ya no esté, sin embargo creo que lo que mas le importaba a Haroldo era la libertad y la ternura. La película rescata dos notas escritas a sus hijos, donde entre otras cosas dice nací para la libertad, que es el dolor del mundo, y recuérdame siempre con ternura que es lo que ha olvidado el mundo". Ambas frases terminan de poner a la figura de Conti en perspectiva, completando su perfil a partir del retrato de su rol paterno y de la imagen que de él aun perdura en sus hijos y también en ex pupilos (el film aporta los testimonios de Tom Lupo y del director de cine César D´angiolillo, ambos alumnos del escritor). Pero sobre todo definen a Conti de manera concluyente. En el ejercicio de la memoria que propone su película, Miguel Mato cree que recordar a Haroldo Conti “como un ‘homo viator’ - hombre viajero- es lo mas cercano a lo que él fue. Y lo que esta película pretende es recordarlo con alegría”.


Artículo publicado originalmente en revista Ñ.

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