viernes, 10 de septiembre de 2010

CINE - Entrevista con el director de cine Fabián Forte: El cine como oficio que se hace con el alma

Las calles de Congreso, a la mañana, tienen el aspecto de no haberse bañado nunca, llenas de tanta mugre acumulada que no hay dios que se anime a pasarles una escoba. Es el rostro sórdido de una ciudad en ruinas, recorrida por miles de huérfanos e hijos bastardos, que con los ojos en blanco buscan saciar su hambre de cerebros humanos. Es el fin del mundo. No es fácil llegar sanos y salvos hasta el tercer piso de la calle Paraná, pero por suerte somos dos. Mariano, el fotógrafo del diario, maneja su trípode como un espolón mortal, y con él ya despanzurró al portero del edificio y a la señora gorda del segundo, que se nos vinieron encima con las fauces afiladas, intentando probar nuestra carne. Debe ser un virus; siempre es lo mismo. Mientras Mariano sigue dando lucha –ahora le clava un teleobjetivo en la frente a un nene con los ojos ensangrentados que se nos abalanza con un pirulín en la mano, y a los gritos arroja el cadáver escaleras abajo–, yo tomo nota de todo. Soy cronista de esta realidad absurda, de una humanidad devastada por una plaga misteriosa que convirtió a casi todos en zombies. En TN le echan la culpa a Cristina y Aníbal Fernández dice que Clarín es el padre de la criatura y pide que Magnetto se haga un Evatest. El mundo se cae a cachos.
Llegamos vivos al tercer piso y llamamos a los gritos, pateando la puerta. Fabián Forte, el director de cine a quien venimos a entrevistar, abre su departamento (al fin), con cara de levantado no hace mucho y una sonrisa de no saber la locura que se ha desatado afuera. “¡Es el fin del mundo!”, grita el fotógrafo. Entramos. Forte nos ofrece café. Jadeando, Mariano le quita la sangre al lente de la cámara con su propia remera, que es blanca, y la mancha roja se expande como petróleo en el mar. Yo me siento a tomar el cortadito con el que amablemente nos convida Forte. Él ha dirigido algunas películas de terror. No hay mejor especialista para dar con una solución para esta epidemia de muertos vivos. El espacio INCAA Km 3, el complejo Arte Cinema, programó todos los sábados del mes de septiembre una retrospectiva con algunas películas y cortometrajes de Fabián Forte. La pregunta es: ¿llegaremos con vida?

–¿Cómo es trabajar el cine desde los géneros, en un país que no es esencialmente productor de ese tipo de películas?
–Un poco es ir en contra de la corriente. Te encontrás con que no se sabe que acá se produce cine de terror. “¿Cómo que hay cine de terror argentino? ¡Ah!, ja ja… esas películas son muy bizarras, ¿no?” Hay una industria que compite sin posibilidades con el cine de terror norteamericano, donde los tipos tienen millones de dólares para hacer un trabajo eficiente, en muchos casos películas malas, clonadas, tipo comida chatarra, en donde se cae en todos los clichés. Pero de repente te sacan una película que te quiebra la cabeza y decís: “¡Qué buena que está!” A partir de ahí vendrán 80 películas iguales: así es Hollywood. Y una de las complejidades de la película de terror, además de las que comparte con el resto del cine, son los efectos. Si querés hacer una película de terror seria y los efectos son malos, pasa a ser una película cómica. Por eso no se confía mucho en el cine de terror argentino. Pero el instituto ahora se está abriendo, porque hay muchos proyectos de películas de terror que se están aprobando. Pero fijate: yo trabajé como asistente en Visitante de invierno, la película de Sergio Eskenazi que se estrenó en 2007, y la última película de terror argentina aprobada por el INCAA había sido Alguien te está mirando, en el año ’84. O sea que pasaron 20 años en los que no hubo una película de terror aprobada por el instituto del cine. Ahora ya hay un par de películas más esperando el estreno. Está empezando a abrirse un poco la cosa.
–Tu primer película es Carnal, justamente un film de terror.
–Sí, y es una de las que se van a proyectar en la retrospectiva en Arte Cinema. Fue una película que armé con los que en aquel momento eran mis compañeros de un grupo de teatro. Te estoy hablando del año 2002. La grabamos con una pequeña camarita. La hicimos en siete días, encerrados en una casa, sin luces ni equipo técnico y después la editamos en cámara. Éramos un equipo de diez personas, incluyendo los actores, y la película fue escrita pensando en la casa donde filmamos, en los actores que tenía, en los efectos con los que podía contar. Y en base a eso creo que hice un película cuyo mayor logro es el clima. La película ganó un premio a la mejor dirección en un festival en los Estados Unidos y después se vendió para distribuirse allá en DVD. Y justamente las críticas, por ejemplo en la revista Variety, decían que la película era una película muy climática, al estilo de Martin, de George Romero. Una película que nunca vi. Pero me gustaría (risas).
–Después de Carnal ganaste un concurso de cortos organizado por Telefe.
–Eso fue en el año 2004, con el mismo grupo de gente con el que realicé Carnal. Yo tenía una historia en la cabeza, que nunca la había escrito, pero la tenía tan redonda que cuando me senté, el guión me salió en dos horas. Enseguida empezamos a hacer cástings de chicos, porque era una historia centrada en un futuro donde el amor es un virus y los protagonistas eran dos nenes que se enamoraban en la escuela. A partir de eso se desataba todo un mecanismo represivo del gobierno para separarlos y para enseñarles que el amor era algo peligroso, algo improductivo para la sociedad de ese universo. El cásting lo hicimos en esta misma casa y acá ensayamos también. Fue un proceso muy lindo, lo rodamos en cuatro días y fue como un parto normal, sin esfuerzo, casi.
–¿Te abrió puertas ese premio?
–Me sirvió para que los demás confiaran en mí, la televisión tiene ese poder. El artista por lo general es menospreciado con frases como: “Bueno, está bien, dejá que haga lo que quiera. Ya tendrá que trabajar en algún momento.” Pero de repente sale algo tuyo en la tele y todos dicen “¡Mira la película que hizo este flaco! Yo te dije que Fabián Forte iba a llegar lejos.” Me sirvió para eso más que nada, algo que yo ya sabía que tenía, porque siempre estuve convencido de que lo mío es hacer cine.
–Recién hablaste de tu trabajo en el cine de terror, pero Celo, tú segunda película, es otra cosa.
Celo surgió porque me llamaron los protagonistas con la idea de hacer una película que tuviera que ver con las parejas y las relaciones humanas, con la fidelidad, partiendo de la idea de un triángulo amoroso. Nos juntamos con ellos a intercambiar ideas y, a partir de cinco o seis, empecé a escribir el guión. Creo que es un thriller dramático. Comienza como una película dramática, pero después se va transformando en algo que tiene que ver con el suspenso, donde hay un voyeur que empieza a meterse en la relación de su amigo con una mujer, y ese es el disparador dramático. Es una película que la hicimos rodando los fines de semana, a finales de 2006, y tuvimos la suerte de estar en muchos festivales. Incluso en las Islas Canarias, Carlos Echevarría y Josefina Sanz ganaron premios a las mejores actuaciones protagónicas por Celo. Es una película que tal vez podría ver mi abuela y le gustaría, es mucho más convencional que Carnal.
–De todas formas tiene algunas escenas intensas.
–Escenas de alto voltaje, eso me han dicho (risas). Escenas de sexo bastante intensas e incluso un lenguaje un poco subido, pero, qué sé yo, también he visto novelas a las tres de la tarde que me han dejado pasmado (risas).
–Tanto Carnal como Celo, las dos películas que se presentan en la retrospectiva, ya tienen varios años, ¿cómo las ves hoy en día?
–Uno nunca está conforme. Cuando las terminás son como un amor pasajero y en ese momento estás enamorado. Tratás siempre de pensar que estás aprendiendo, que hacer cine es un oficio y uno pone todo de sí para hacer las cosas lo mejor posible. Después pasa el tiempo, te vas olvidando de las películas y empezás a enamorarte de los proyectos que van llegando.
–¿Y qué proyectos vienen?
–El proyecto más cercano es Malditos sean, una película de terror que dirigimos con Damián Rugna, dividida en tres episodios: tres historias que se van relacionando y que grabamos durante 2008, 2009 y 2010. Hoy estamos con la posproducción de sonido e imagen. También hay dando vueltas una película intimista de ciencia ficción que sucede dentro de una casa, y otra con una historia de un perfil más social, que habla del individualismo. Este es un proyecto de más envergadura, para estrenarse en salas comerciales, y eso me alegra, porque creo que es una oportunidad para contar una historia grande. Pero hasta que no se concrete no quiero decir mucho más que eso.
–Teniendo en cuenta lo dificultoso que es acceder al circuito comercial, por la forma en que vos trabajaste tus primeras películas, debe ser importante que un espacio INCAA como el de Arte Cinema se decida a programar una retrospectiva con tu obra.
–Es importante porque es la posibilidad de mostrar mis trabajos. El cine tiene vida cuando hay gente que lo ve, sino lo tenés encajonado en tu casa. Así que para mí está buenísimo que el espacio INCAA también se abra a películas independientes. Está pasando con las mías, con películas de otros realizadores. Hay un mundo independiente muy grande acá en nuestro país, así como en el teatro o en la música, donde la gente se mueve pensando en lo que tiene para dar, por amor a su oficio. Mucha gente que no lo hace sólo por el dinero.
–¿Qué repercusiones tuviste del público en estos años?
–Cuando mostré Carnal en el Festival de Cine de Mar del Plata hubo dos señoras que se quedaron esperándome al final y cuando salí me corrieron. Yo creía que para tirarme con piedras, pero me dijeron: “¿Cómo hiciste esa barbaridad?” Estaban completamente enojadas: “¿Cómo puede ser, cómo se te ocurrió esa cosa perversa?” Yo les contesté que alguna de estas mismas cosas se ven todos los días por televisión a cualquier hora. Y es fantástico cuando hacés cine y conseguís que el espectador se meta de esa manera en la historia que le estás contando desde la pantalla, cuando lográs hacer una película que le permite al público entrar y dejar por un momento su vida en segundo plano. Habían entrado en el mundo de la película y a mí me puso muy contento que a las señoras les pase eso.
–Entonces es verdad: sos un perverso.
–Claro (risas)


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura del diario Tiempo Argentino.

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