miércoles, 25 de mayo de 2011

CINE - Dormir al sol, de Alejandro Chomski: De Bioy Casares al cine

No son habituales en el cine argentino los cruces con los autores clásicos de la propia literatura. Tal vez la más transitada resulte la obra de Cortázar, visitada por triplicado durante los años 60 por un joven Manuel Antín y que cuenta con una docena de otras adaptaciones (entre ellas las realizadas por Michelangelo Antonioni y Jean–Luc Godard). Borges, Arlt, Lugones, Güiraldes y otros autores de generaciones posteriores no han sido tan recorridos por la cinematografía local y mucho menos, global. Contrariamente a lo que podría pensarse, dentro de este grupo también se encuentra Adolfo Bioy Casares. Cualquiera pensaría que una novela tan popular como La invención de Morel debería tener al menos una media docena de adaptaciones, sin embargo apenas si se cuentan dos, ambas realizadas hace más de 35 años en Europa (sin contar su posible y no acreditada relación con la famosa Marienbad, de Alain Resnais).
Este año dos noticias sorprendieron justamente por ir en contra de esta corriente. La primera fue el comienzo de la adaptación de El limonero real, la novela de Juan José Saer (otro olvidado) a manos del prestigioso director Gustavo Fontán (recientemente reconocido con un premio Konex a su trayectoria). La otra es el recorrido que está comenzando a tener en el circuito de festivales Dormir al sol, adaptación que el director Alejandro Chomski realizó de la famosa novela homónima de Bioy Casares, que acaba de presentarse con éxito en el San Francisco International Film Festival, en los Estados Unidos. Sin embargo, la relación de Chomski con Bioy no empezó con este trabajo. “Ya había adaptado a Bioy en 1993 cuando filmé Escape al otro lado, una versión del cuento ‘Planes para una fuga al Carmelo’. A partir de ahí empezamos a conversar la adaptación de Dormir al sol, porque nos pareció que tenía posibilidades de llegar a tener un tono buñuelesco, director que ambos admiramos mucho”.

–¿Fue dificultoso conseguir la autoriza- ción para hacerlo?
–Fue difícil, porque los derechos no los administra- ba él sino la famosa agencia de Carmen Balcells en Barcelona, y desde que manifesté mi intención de filmarla, los derechos pasaron por diferentes personas y empresas, antes de estar libres. Recién conseguí la autorización años después del fallecimiento de Bioy y gracias a las gestiones de su hijo Fabián, quien conocía bien mi relación de años con su padre y mi interés en la novela.
–¿Por qué elegiste adaptar Dormir al sol y no otro trabajo de Bioy Casares?
–Es que la novela en sí, y la apuesta del tono al que había que llegar para lograr hacer un buen film, eran desafíos que me interesaba emprender. Escribí 17 versiones del guión hasta conseguir un draft satisfactorio. Imaginate que sólo a pocas semanas del rodaje sentí que estaba listo para ser trasladado a imágenes visuales.
–¿Nunca te resultó intimidante tener que responder a la expectativa de llevar al cine a un autor tan prestigioso?
–No. No en aquel momento. Empecé a trabajar sobre el libro en 1995 y entonces era bastante más joven e inconsciente: no sabía muy bien dónde me estaba metiendo...
–¿Y qué significa esta película dentro de tu filmografía?
–Es una película que me enorgullece. Es un milagro que finalmente se haya podido hacer y con la calidad que se logró alcanzar. En un momento, me parecía imposible de concretar, por lo arriesgado del tema y su comercialidad: al no haberse hecho antes y con éxito un film sobre este género específico era –y aún lo es, aunque un poco menos– un salto al vacío.
–Teniendo en cuenta esos riesgos, ¿cómo le fue en las proyecciones en San Francisco?
–La película se pasó tres veces a sala llena y siempre con las localidades agotadas. La gente se rió mucho en las proyecciones y más de la mitad de la audiencia se quedó a los debates posteriores. Y las opiniones de la crítica especializada han sido todas excelentes.
–¿A qué otros festivales asistirás con Dormir al sol?
–Tuvo su estreno mundial en el Festival de Pusan, el más grande del mundo asiático, donde fue el único film argentino en participar, y también en los festivales internacionales de Chicago, Goa, San Pablo, La Habana, Jakarta y Santa Bárbara. Lo siguiente será el festival de Montreal, y después la première europea en el festival internacional de Karlovy Vary, en la República Checa. En la Argentina esperamos estar estrenando este año, durante el mes de septiembre.


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

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