martes, 21 de agosto de 2012

CINE - El Molino y la Cruz, de Lech Majewski: Yendo del museo al cine

El molino y la Cruz es una película infrecuente, en tanto pone de relevancia aspectos del cine que pocas veces son tan obviamente destacados. Si la creación cinematográfica es el producto de un oficio joven en el que hacen equilibrio las artes visuales y las narrativas (y por qué no también las artes sonoras), en donde la narración por lo general lleva la voz líder dentro de ese universo polifónico, la película de Majewski trae nuevamente al primer plano los aspectos más plásticos que involucra el acto de hacer cine. Merced la delicada operación de animar la escena en suspenso que el pintor Pieter Brueghel el viejo, uno de los padres de la pintura flamenca, imprimió en un lienzo hace cinco siglos, el director polaco se permite trasladar la lógica de las artes plásticas para aplicarla a la forma de pensar una película. Curiosamente consigue el doble mérito de realizar al mismo tiempo la operación inversa. Utilizando la capacidad narrativa del cine, El molino y la Cruz vuelve evidente algo que usualmente es pasado por alto: que los lenguajes de la pintura no se reducen a su mera representación visual, sino que los cuadros también cuentan historias. Y no caben dudas que Brueghel es uno de los pintores que ha tenido la capacidad de incluir la mayor cantidad de relatos posibles en una sola imagen. Como ocurre con los cuadros de El Bosco (otro pintor flamenco), los de Brueghel acumulan múltiples escenas que tanto pueden ser vistas como relatos unitarios, o bien tejerse en una historia mayor y completa que los abarca a todos y en donde el verbo tejer representa la esencia misma de la obra. Majewski ha sabido rescatar ese carácter de tejido, haciendo mención y apropiándose de la estructura de tela de araña que el gran pintor utilizó para diseñar su obra y potenciar su polisemia. Para no olvidar que hablamos de cine, la película cuenta además con un trío de grandes actores a cargo de los roles protagónicos: Rutger Hauer como Brueghel, Michael York como su mecenas y la señora Charlotte Rampling, la Virgen María.

Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

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