sábado, 7 de septiembre de 2013

CULTURA - Entrevista con Andy Ovsejevich, Director Ejecutivo de Ciudad Cultural Konex: El barco del arte en un mar de economía

La Ciudad Cultural Konex es enorme, una fábrica desocupada convertida en casa de cultura, tierra ganada a la crisis en favor del arte. Un espacio joven pero ya clásico que despliega su ecléctica programación en medio del Abasto. El Konex, como se lo llama familiarmente –porque si algo ha conseguido desde su creación es crear una familia, un público fiel que apoya cada una de las iniciativas que ahí se ofrecen-, se dedica a fomentar las artes en vivo: espectáculos y obras musicales, y las diferentes posibilidades del arte dramático son parte habitual de su variado y bien pensado menú. Al frente de este emprendimiento se encuentra Andy Osejevich, director ejecutivo y gestor cultural responsable de definir y llevar adelante las políticas que, desde su apertura en 2005, sostienen este éxito construido con paciente firmeza.
Andy es amable y no pone ningún reparo cuando para empezar a hablar de su trabajo al frente del Konex, se le propone empezar por definir su profesión. “Los gestores culturales cumplimos con el rol de administrar las artes. Si hubiera que definirlo desde un punto de vista económico, se puede decir que los artistas crean la obra y los gestores nos ocupamos de insertarlas en el mercado”, dice Osejevich. Llama la atención la naturalización de la palabra mercado cuando se habla de cultura, porque a veces pareciera que importara más el marketing que los valores artísticos genuinos. Sin embargo él tiene una respuesta para ver ese detalle de un modo menos dramático. “Yo estudié economía, con lo cual mi mirada tiene un sesgo de análisis de mercados” aclara y amplía. “La articulación entre economía y cultura es muy interesante, desde lo micro, con el comportamiento del individuo, hasta lo macro, que tiene que ver más con qué sucede en las sociedades. Por un lado siempre conviví y tengo una afinidad especial con las artes, y por el lado de mi formación, con la economía. Ese background es lo que me permite hacer este vínculo con la gestión cultural”, resume Osejevich. 

 -¿Pero cómo se concilia la idea de lo mercantil con la de lo artístico?  
-No es difícil, siempre que esté claro que lo primordial no es la economía sino el arte. No me gusta cuando los productos pasan a ser meramente comerciales y se usa al arte como excusa. Cuando el arte es genuino y hay un creador artístico que trabaja movido por una cuestión vocacional o inspiracional, y un gestor simplemente (o no tan simplemente) trabaja para insertarlo en un mercado en busca de una demanda de consumo, entonces para mí es perfecto.  
-¿Pero no se corre el riesgo de pensar antes en lo que se consume en lugar de pensar en lo que se produce, de correr detrás del consumidor en lugar de generar la tendencia?
-El riesgo se corre, sin dudas. Y en la realidad suceden ambas cosas: hay un arte generado on demand, pero hay otro que nace por cuestiones genuinas. Desde el Konex tratamos de no trabajar sólo con productos exclusivamente comerciales, sino que buscamos lo otro, lo que tenga realmente algo para decir, y luego vemos cómo se hace para que eso tenga un lugar en el mercado.  
-Supongo que el trabajo de elegir determinadas obras o propuestas genera relaciones con los artistas elegidos, que produce que artista y espacio empiezan de algún modo a ser sinónimos. ¿Cómo se manejan esos vínculos?  
-No hay una regla general. Básicamente buscamos artistas que tengan alguna afinidad con nuestra identidad como organización cultural, y a partir de ahí se genera esa relación que considero positiva para ambas partes: al artista le permite desarrollarse y crecer, y para nosotros es un insumo que nos permite seguir generando proyectos. Esa es la relación natural entre los artistas y las organizaciones culturales, que se necesitan para poder hacer su trabajo.  
-Acabás de regresar de un congreso de gestión cultural en los Estados Unidos. ¿Quién lo organizaba y qué cuestiones se abordaron en él?  
-Es un programa que lleva adelante del Kennedy Center, el centro nacional de artes escénicas de los Estados Unidos, que está en Washington. Tiene más de 40 años de historia y nuclea espacios como la Ópera Nacional, la Sinfónica de Washington, la Compañía de Ballet. Dentro de él tienen un instituto de gestión cultural y dentro de este, un programa internacional, una beca para gestores culturales de todo el mundo. Tienen una enorme experiencia para transmitir y son los propios gestores culturales los encargados de hacerlo, con el objetivo de generar una metodología para elevar el nivel de los gestores y hacerlos más eficiente. Ellos plantean que hay muchas instancias de educación artística, pero no tantas en lo que se refiere a gestión.  
-¿Cómo se traslada esa experiencia a un espacio importante como el Konex, pero que así y todo está lejos de las posibilidades de gestión de un monstruo como el Kennedy Center?
-Son diferentes escalas y uno no apunta reproducir tal cual lo que ellos hacen allá, porque también es otra sociedad, otra idiosincrasia, otra economía. Aún así hay metodologías de gestión que son adquiribles y se pueden implementar.
-¿Por ejemplo?  
-Michael Kaiser, presidente del Kennedy Center, plantea un ciclo que hace que las organizaciones culturales sean sanas. Dice que si uno crea, produce o presenta buen arte y se ocupa de comunicarlo bien, va construyendo y fidelizando una comunidad de seguidores que pueden ser transformados en ingresos que deben ser reinvertidos en más y mejores proyectos de arte. Ese modelo, a pesar de las diferencias de escala, se puede aplicar en la Argentina y la forma es planificando, porque trabajar sobre la marcha no te da tiempo de proyectar y te dificulta encontrar los recursos.  
-Entre todo esto mencionás el asunto de la fidelización y el establecimiento del nombre, dos cosas que el Konex ya consiguió. ¿Qué sigue?
-Seguir creciendo, porque no considero que “ya estamos”, sino que venimos haciendo un buen trabajo y estamos bien posicionados. Pero no hay que pensar este ciclo como un círculo que se mantiene invariable, sino como un espiral, porque año tras año debería ir creciendo. Tenemos intenciones de expandirnos y arrancar con programas educativos. Pero siempre de un modo que tiene que ver con respetar el arte en sí mismo, no verlo solamente como “un medio para”, sino como un fin. Es necesario destacar eso, porque si no se corre el riesgo de interpretaciones equívocas. Es cierto que, por más que tenemos pocos años, la Ciudad Cultural Konex no es una organización que recién arranca. Considero que estamos bien instalados y tanto los artistas como el público nos siguen, pero hay mucho por hacer. 

Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

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