lunes, 24 de febrero de 2014

Buscarán los restos de Miguel de Cervantes Saavedra: El arte de molestar a los muertos

Hay dos maneras de ver este asunto. Por un lado la forma positiva, a partir de la cual se puede decir que la arqueología y la genética son dos ciencias dedicadas a conservar, reconstruir y revelar los misterios y secretos del pasado. Ambas disciplinas han realizado al día de hoy aportes fundamentales para ir rellenando los casilleros vacíos de ese juego de la oca sin fin llamado “Historia”. 
El otro punto de vista respecto de esta cuestión no es tan condescendiente, pero es bastante más sencillo de exponer. Alcanza con decir que según esta postura, la arqueología y la genética no son más que formas refinadas de romperle las pelotas a los muertos. Algo parecido a eso debió pensar el alma inmortal de don Miguel de Cervantes Saavedra al enterarse (si es que esto fuera posible) que un grupo de científicos, en clara connivencia con el Ayuntamiento de Madrid, se empeñará en hallar los huesos que alguna vez fueron suyos. Según se supone, los mismos se hallan enterrados en el viejo caserón del monasterio de clausura de las Trinitarias, en pleno Barrio de las Letras, en Madrid, en donde se supone fue sepultado el 23 de abril de 1616.
Cuatro siglos después de su muerte, la figura del autor del Quijote vuelve a interesar a las autoridades madrileñas, pero por las razones menos oportunas. Lejos de proponerse promocionar la obra del autor fundamental de la lengua castellana, el Gobierno regional ha autorizado el comienzo de la búsqueda en el subsuelo de la antigua iglesia monacal, según informó recientemente el diario El País. Y para ello no se andarán con chuiquitas. Con ayuda de un poderoso georradar, “dispositivo de frecuencias capaz de perfilar las oquedades subterráneas, sus dimensiones y su grado de ocupación”, la expedición (aunque tal vez ese título le quede un poco grande a esta empresa) intentará develar el misterio de la tumba cervantina. 
Existen muchos motivos y documentos para suponer que los restos del escritor se encuentran en el templo de la orden de las Trinitarias, cuyos miembros dirigieron el rescate de su cautiverio en Argel y, tras su muerte, le habrían dado sepultura. Desde 1870, tras un informe encargado por la Real Academia Española a Manuel Roca de Togores, marqués de Molins, existe certeza de la existencia de nueve enterramientos en el viejo monasterio, alguno de ellos con restos que corresponden a los de un varón adulto. Ese, suponen, sería Cervantes. O lo que de él han dejado los cuatro siglos que pasaron desde su muerte.
Para costear esta primera etapa de la investigación se ha destinado una partida municipal de 12 mil euros, que necesitará un refuerzo para sus etapas posteriores. Pero para que el gobierno accediera a dar apoyo oficial a esta iniciativa, nacida del empeño personal del georradarista Luis Avial y el historiador Fernando de Prado, fue necesario que primero le tocaran un poquito el amor propio. Fue así que luego de negarse en varias oportunidades, las autoridades municipales finalmente consintieron a prestar su aval económico luego de que unas cuantas entidades culturales estadounidenses se mostraran interesadas en la pesquisa. 
A todo esto, no hay forma de saber si el viejo escritor consentiría en que un grupo de jóvenes impertinentes vinieran a interrumpir el descanso eterno que bien ganado tiene. Pero no es difícil imaginar que, si pudiera, los haría recular, el arcabuz siempre dispuesto en su única mano, al grito de: “¡A este santo varón, manco y todo, nadie le interrumpe una siesta!” Y que enseguida, con castiza elegancia, los mandaría a buscar a Pierre Menard.

Artículo publicado originalmente por la sección Cultura de Tiempo Argentino. 

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