sábado, 25 de octubre de 2014

CINE - 9° Festival Tucumán Cine Gerardo Vallejo: Al maestro con cariño, homenaje a Gerardo Vallejo - Entrevista con Eva Piwowarski

Entre las cosas que entendieron los responsables del Festival Tucumán Cine Gerardo Vallejo, cuya novena edición se lleva adelante en la capital de esa provincia hasta el día 2 de noviembre, se encuentra la capacidad para comprender que un encuentro de este tipo, más allá de presupuestos y posibilidades, no sólo se construye atendiendo a la última película realizada por el más joven de los directores argentinos, sino que también debe atender a contextos, a lugares y a historias. Y parece haberlo entendido ya desde su propio nombre, donde la figura de Gerardo Vallejo, cineasta fundamental dentro de las vanguardias del cine popular de las décadas del 60 y del 70, se erige casi como una declaración de principios. Un manifiesto que deja bien claro que cine popular no es aquel que convoca a miles de espectadores a las salas (aunque ese cine también puede serlo), sino aquel que se produce atento a las historias, las preocupaciones y las necesidades de una sociedad, sobre todo a las de aquellos sectores que suelen no tener acceso a los medios para expresarlas. Es por eso que el hecho de que el nombre de Vallejo, fallecido en 2007, custodie las acciones de este festival pequeño pero curado a consciencia es un buen augurio.
Por eso tampoco sorprende que entre las actividades programadas este año, más allá de las catorce películas en competencia, se encuentre la muestra Un camino en el cine, a través de la cual se le rinde homenaje a ese mítico director de origen tucumano. La misma está integrada por buena parte del archivo personal que el propio Vallejo fue construyendo y organizando a lo largo de su vida y que acaba de ser entregado en custodia al estado tucumano por Eva Piwowarski, quien fuera su última pareja. En la muestra se podrán ver recortes de diarios y revistas que dan cuenta de su recorrido artístico; críticas de sus películas publicadas por diversos medios al momento del estreno; afiches promocionales de las mismas y objetos personales entre los que se incluyen algunos de los prestigiosos premios que recibió; guiones originales y cartas enviadas por organizaciones de derechos humanos, como Abuelas o Madres de Plaza de Mayo. Fragmentos de la vida pública de un cineasta conectado con su realidad y con su tiempo. “Cuando Gerardo vivía era él mismo el que sostenía su memoria, no hacía falta estar valorizándola porque era una memoria viva”, explica Piwowarski y cuenta que recién “después de su muerte empezamos a tomar conciencia como familia de que ser custodios de una memoria que es pública podía llegar a convertirse en un acto irresponsable. Porque uno sólo no alcanza para cuidar este archivo ni para darle el destino que le corresponde”. 

 -El material de la muestra tiene algo de milagroso, porque ha sobrevivido incluso a los exilios de Vallejo.
-Y eso que fue uno de los primeros exiliados, porque se fue en 1974. Faltaban dos años para el golpe pero ya arreciaba la Triple A y él con su cámara se había vuelto un personaje peligroso. Gerardo sufrió el exilio como consecuencia de su oficio de director de cine testimonial y político vinculado a lo social, y eso significó que fuera llevando consigo estos retazos de su memoria pública, pero al mismo tiempo fue dispersando su patrimonio audiovisual, con las películas que realizó en Panamá y en España.  
-Siempre me sorprende la paradoja de que en aquella época “los peligrosos” fueran, por ejemplo, personas con una cámara.  
-Pero no sólo eso. Imaginate que su gran compañero para muchos de aquellos trabajos era Miguel Ángel Estrella: un piano y una cámara eran los símbolos del peor peligro para aquel poder. Trabajaban para el Canal 10 y ponían al aire la cultura popular, las historias, las leyendas, lo problemas de la gente tucumana. Y era tan exitoso, que la Cámara de Comerciantes le dio un premio porque a partir del programa había aumentado la venta de televisores en la provincia. Lamentablemente todo aquel trabajo se ha perdido durante la dictadura.  
-¿Cuál fue el criterio para realizar este collage de su vida pública?  
-Me basé en sus libros y en lo que me transmitió a través de su memoria oral, en lo que compartimos. Pero utilicé un criterio político y cinematográfico antes que personal, buscando lo que fuera más representativo de cada etapa de su vida.  
-¿Eran muy distinto el Vallejo público que podemos conocer a través de esta muestra del Vallejo íntimo, del hombre con el que conviviste?  
-Era un artista bohemio pero a la vez un tipo consciente, atento a la realidad. Esas dos partes de su vida estaban regidas por una coherencia de pensamiento, cuya principal preocupación era la de poder convertirse en testimonio.  
-Una imagina que la persecución, el exilio o la destrucción de una obra deben ser dolorosas. ¿Qué es lo que más le dolía a Vallejo de todo eso?  
-Él vivió el exilio deseando volver para darle protagonismo al pueblo. Sufrió mucho en los 90, que fueron como el fin de la inocencia. Pero Gerardo no se sentía protagonista, no sufría por él: a él le dolían las penurias del pueblo. 

Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino

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